De los casi 70 millones de franceses, 44,8 millones de votantes están convocados a las urnas este domingo, 23 de abril, para elegir el nuevo Presidente de la Quinta República francesa, que tendrá un mandato de cinco años.
Once son los candidatos que participan en esta primera vuelta y siete de ellos se presentan con propuestas claramente antieuropeas o muy a favor de “recuperar soberanía frente a Bruselas”. Los cuatro candidatos líderes en las encuestas de estos últimos días –Emmanuel Macron, Marine Le Pen, François Fillon, Jean-Luc Mélenchon- acumulan cada uno en torno al 20% de intención de voto, y habrá que esperar a la segunda vuelta, que tendrá lugar el 7 de mayo, para conocer el resultado final. Dos de esos cuatro candidatos en cabeza, Le Pen y Mélenchon –populistas de extrema derecha y extrema izquierda respectivamente-, apuestan claramente por la salida del euro e incluso de forma directa o indirecta por el Frexit.
La reacción de los agentes económicos internacionales está siendo clara y se pone de manifiesto en el aumento de la prima de riesgo francesa, que se ha duplicado desde finales del año pasado; los inversores venden deuda pública francesa y se refugian en la alemana. Y por efecto contagio se han incrementado también las primas de riesgo española e italiana, aunque están lejos aún de los niveles alcanzados en 2012 cuando se puso seriamente en duda la continuidad de la moneda única.
Gráfico 1: Evolución de la prima de riesgo del bono a diez años español, francés e italiano respecto del alemán.
Fuente: Banco de España, Equipo Económico.
Los datos macroeconómicos no apuntan a que la quinta economía del mundo esté en una situación extrema de emergencia nacional o similar que pudiera apoyar el cambio drástico de su política hacia Europa. Soportó mejor que la media de la eurozona la crisis financiera internacional y de deuda soberana europea, sólo cayó su PIB en 2009. La economía gala crecerá el 1,4% y el 1,6% PIB en 2017 y 2018 respectivamente según el FMI, con una tasa de paro a la baja en esos dos años hasta el 9,6% y 9,3% de la población activa. Aunque estos son peores datos que los de sus vecinos alemanes, se sitúan cercanos a la media europea. Llama la atención además que siendo junto con Finlandia, el país europeo con mayor gasto público (56,5% PIB en 2016), -lo que podría presuponer en determinadas condiciones una mayor redistribución de la renta y cohesión social-, exista el descontento social que se refleja en la intención de voto por opciones tan radicales.
En este contexto de campaña electoral, veinticinco premios Nobel de Economía –entre ellos, Agnus Deaton, Robert Solow, Jean Tirole, e incluso Jospeph Stiglitz, que suele mantener duras críticas hacia la moneda única- han reaccionado publicando ayer una tribuna en Le Monde con la que quieren responder al uso de sus nombres que habrían hecho varios de los candidatos presidenciales, sobre todo Marine Le Pen, para justificar su posición antieuropea. Dejan claro varios puntos en los que convergen, entre los que destacan:
- la construcción europea es clave no sólo para mantener la paz en el continente sino para el progreso económico de los estados miembros;
- las políticas aislacionistas, proteccionistas y las devaluaciones competitivas sólo pueden llevar a guerras comerciales que van en contra de los intereses de todas las partes implicadas;
- la inmigración, bien integrada en el mercado de trabajo, supone una oportunidad económica clara para los países receptores de la inmigración;
- existe una gran diferencia entre elegir no unirse al euro en un primer lugar –como es por ejemplo el caso de Dinamarca- y salirse de él una vez adoptado;
- hace falta garantizar el compromiso con la justicia social, y desarrollar la protección social, pero se puede y se debe hacer sin proteccionismo económico;
- frente a los desafíos sin precedentes a los que se enfrenta el mundo, hace falta más solidaridad, no menos.
Acaban su tribuna añadiendo que los problemas mundiales son demasiado serios para ser confiados a políticos que buscan la división. Sin duda, una opinión más que cualificada a tener en cuenta por parte de nuestros vecinos franceses a la hora de votar, así como también por los demás votantes europeos en sus citas electorales de este año. Por lo pronto, al otro lado del Canal de la Mancha ya tienen fecha para unas próximas elecciones, mientras que, como consecuencia de su apuesta por el Brexit, la capacidad económica de los hogares británicos se está viendo mermada por la devaluación de la libra y el repunte de los precios.
Con la salida del Reino Unido, tras el incierto proceso de negociaciones recientemente comenzado, se pierde a un actor muy importante dentro y fuera de la Unión Europea. Sin Francia no habría Europa, lisa y llanamente. Dan ganas de gritar: “Allez les Bleus!” ¡Votad y hacedlo por Francia y por Europa!
José María Romero Vera
Gerente del área económica y negocio internacional, Equipo Económico