En respuesta a los altos niveles de inflación que las principales economías desarrolladas vienen experimentando, los principales bancos centrales están restringiendo su política monetaria, ya sea a través de menores compras de activos o a través de subidas de tipos de interés de referencia que les acerque hacia sus tipos de interés neutrales.
En su última reunión, la Reserva Federal (Fed) ha aumentado sus tipos de interés de referencia hasta situarlos entre el 1,5% y el 1,75%, y anticipó otra subida en su próxima reunión, lo que llevaría los tipos a superar el 2,0% a finales de julio. Asimismo, en su estrategia de reducción de balance, ha mantenido la venta de activos al mismo ritmo que lo venía haciendo desde el pasado 1 de junio.
Por su parte, el Banco Central Europeo (BCE) comenzó la normalización de la política monetaria con retraso temporal respecto a la Fed, al considerar que la naturaleza de las presiones inflacionistas era transitoria, más asociada al incremento coyuntural de los precios de la energía y por la menor presión de la demanda. No obstante, la institución monetaria europea ha dado un viraje este mes y ha acelerado la normalización de la política monetaria, entre otras medidas a través del incremento de los tipos de interés tras más de once años, que permitiría que en septiembre las tasas de facilidad de depósito saliesen de terreno negativo en la Zona del euro por primera vez desde 2013.
Estos movimientos de la política monetaria a ambos lados del Atlántico están provocando una mayor volatilidad de los mercados financieros, a la baja. Y se reflejan también de forma clara a través de la subida de las rentabilidades de la deuda pública, si bien dada la elevada inflación las rentabilidades reales aún se encuentran en terreno negativo. De forma que el tipo de interés nominal del bono estadounidense a diez años ha superado la barrera del 3,40% por primera vez desde marzo de 2011, mientras que el bund alemán (principal referencia en Europa) se ha situado en el entorno del 1,80%, lo que supone el valor más alto desde diciembre de 2013. Este aumento de la rentabilidad del activo alemán ha sido menor que en el resto de los países de la eurozona y ha provocado un incremento de sus primas de riesgo, lo que supone un reto adicional para el BCE, siendo la primera vez en la historia de la Unión monetaria en la que tiene que hacer frente a un serio problema de la inflación.
Si bien se ha avanzado mucho en la arquitectura del Euro desde la crisis de deuda soberana europea en los años 2011/2012, cuando los diferenciales de los bonos soberanos de los países miembro de la Eurozona crecieron hasta el punto de poner en cuestión la sostenibilidad de la moneda única, no se dispone aún de un mecanismo formal común para hacer frente a súbitos crecimientos de los citados diferenciales. Es por ello que, ante un mayor repunte en las primas de riesgo el BCE celebró una reunión extraordinaria -no planificada con anterioridad- el pasado 15 de junio, en la que se otorgó un margen adicional en su estrategia de desinversión del programa de compra de activos contra la pandemia y acordó crear una herramienta contra la fragmentación. Ante ello los mercados actuaron con bajadas en los diferenciales, en más de 20 puntos básicos en los casos de España, Italia y Portugal.
A la espera de contar con el diseño y funcionamiento de esta herramienta, que según apunta el BCE será proporcional, efectiva y dentro de su mandato, resulta necesario avanzar en una estrategia de consolidación fiscal a largo plazo, tanto estableciendo las reglas europeas como a nivel nacional, que genere la confianza suficiente y permita limitar los incrementos en las primas de riesgo, ya que según se observa en el gráfico, aquellos países con mayores ratios de deuda pública sobre PIB, habrían sido los que experimentaron las mayores subidas en sus diferenciales con respecto al bono alemán.
Queda claro en todo caso que las instituciones europeas actuarán exigiendo responsabilidad fiscal a los Estados e introduciendo claros elementos de condicionalidad a cambio de su apoyo financiero en los mercados y a través de los programas europeos.