Gráfico del mes:
La inflación continúa erosionando los márgenes empresariales y el poder adquisitivo de los hogares. En las últimas semanas el fuerte crecimiento de los precios se está viendo impulsado, entre otros factores, por el impacto de la guerra en Ucrania y la desaceleración económica en China como consecuencia de las restricciones impuestas para frenar los contagios de Covid-19. Ambos elementos incrementan las presiones inflacionistas ya existentes a través de distintos canales, como el encarecimiento de los productos energéticos y el deterioro de las ya tensionadas cadenas de valor. De forma que el Índice de Precios de Consumo (IPC) aumentó el 8,3% interanual el mes de abril, situándose 1,5 puntos porcentuales por debajo del de marzo. Esta reducción se explica, en parte, por la rebaja de 20 céntimos al carburante aprobada por el Gobierno en su decreto para hacer frente a las consecuencias económicas de la guerra.
Sin embargo, la subida de los precios ya ha dejado ya de ser exclusiva para los productos energéticos. El IPC subyacente, que deja fuera los productos energéticos y los alimentos, aumentó en abril hasta el 4,4%, siendo la tasa más alta desde diciembre de 1995. A nivel más específico, y tal y como se observa en el gráfico interactivo que presentamos -donde se observa la evolución del IPC por componentes y tanto a nivel nacional como en cada Comunidad Autónoma-, durante los tres primeros trimestres de 2021, los únicos productos que superaron la barrera del 2% a nivel nacional fueron aquellos con un mayor componente energético: los relacionados con los suministros del hogar y el transporte. A partir del último trimestre de 2021, y de manera mucho más intensa a partir de 2022, las empresas se han visto obligadas a trasladar parte de esos gastos extra a los consumidores, de tal forma que en abril el aumento de precios de la mayoría de los sectores económicos superó ya la barrera del 2%. Estos suponen el 84% de los productos incluidos en la cesta para el cálculo del índice.
Por otra parte, destaca también la heterogeneidad entre los niveles de inflación en las Comunidades Autónomas españolas, que se mueven en rangos que van desde el 7,1% (Canarias) hasta el 10,4% (Castilla – La Mancha). De hecho, en abril cuatro Comunidades superaron una tasa de inflación del 9%: Aragón, Castilla y León, Castilla-La Mancha y Galicia. Para obtener más información sobre cómo están evolucionando los precios para cada sector en una región en específico, le invitamos a seleccionar la Comunidad Autónoma en el gráfico interactivo.
Estas diferencias entre regiones suponen un reto adicional para el control de la inflación. La estrategia ha de pasar por el anclaje de las expectativas a través de una mayor coherencia en la política económica, en un contexto de demanda internacional pujante, a la que no está pudiendo responder la oferta. Así, resulta clave lanzar las señales adecuadas de compromiso con la estabilidad presupuestaria por la vía de la eficiencia del gasto público. De igual manera, hay que impulsar reformas estructurales por el lado de la oferta, que han de ir encaminadas a la consecución de un mayor nivel de competencia y de apertura a los mercados externos. También es necesario avanzar con un pacto de rentas, incluidos los pensionistas, que logre prevenir efectos de segunda ronda que hagan de la inflación un fenómeno más persistente en el tiempo.