La geopolítica redefine la economía global, con mayor impacto en Europa.
La economía global está siendo profundamente transformada por el impacto de la geopolítica. Vamos hacia un mundo tripolar articulado en torno a tres ejes principales: Estados Unidos y sus aliados, China y sus aliados, y las grandes compañías transnacionales, principalmente los gigantes tecnológicos. Y es que esta reconfiguración se desarrolla en paralelo con otras transformaciones cruciales, como la digitalización, que está redibujando los sectores productivos y económicos tradicionales.
La Unión Europea (UE) se encuentra particularmente expuesta a estas dinámicas globales, debido a su una gran exposición al resto del mundo a través de sus exportaciones, y especialmente su eje central francoalemán. Según destacó Mario Draghi en su reciente informe, la renta real disponible per cápita ha crecido casi el doble en Estados Unidos que en la UE desde el año 2000, lo que evidencia el estancamiento relativo del bloque europeo.
Alemania y Francia: desafíos económicos y políticos en el núcleo de la eurozona.
Alemania y Francia, que juntas representan cerca del 50% del PIB de la eurozona, enfrentan retos estructurales y coyunturales que limitan su crecimiento. A nivel estructural, las grandes transformaciones globales están teniendo un gran impacto sobre su modelo productivo, erosionando el tejido industrial y los servicios asociados, con una fuerte competencia industrial desde China, mientras que sectores como el tecnológico y los servicios avanzados ganan protagonismo a nivel mundial. En lo coyuntural, el incremento de los costes energéticos tras la invasión rusa de Ucrania y la persistencia de tensiones inflacionarias, pese a su moderación reciente, han agravado el malestar social provocado por el encarecimiento del coste de la vida.
De tal forma que, a los relevantes desafíos económicos, se suma también una crisis política significativa. En Alemania, tras la ruptura de la coalición de gobierno en noviembre, el canciller Scholz ha convocado elecciones anticipadas para el 23 de febrero de 2025. Mientras que en Francia la caída del gobierno del primer ministro, Michel Barnier, ahonda en el panorama incierto. El presidente Macron vuelve a las rondas de consultas para el nombramiento de un nuevo primer ministro y gobierno.
Ambos países también enfrentan problemas relacionados con la gestión presupuestaria, aunque con matices muy distintos. En Francia derivados fundamentalmente de un nivel de gasto excesivo, que, para hacer frente a las consecuencias de la pandemia, superó el 61% del PIB en 2021; y que se situó aún el año pasado, 2023, en el 57%. Con un déficit público previsto este año claramente por encima del 6% del PIB. La caída del gobierno francés está relacionada, en parte, con el rechazo de los grupos de la oposición a unas cuentas más restrictivas para 2025 y hará necesaria la prórroga del presupuesto actual. Mientras que no parece fácil que un nuevo gobierno vaya a ser capaz de acometer el ajuste de las cuentas públicas sin que previamente lo fuercen de alguna forma los mercados. Por el contrario, en Alemania, el freno constitucional al endeudamiento, vigente desde 2009, podría estar limitando las inversiones necesarias para adaptar su modelo productivo, que necesita participar más de la transformación digital.
Todo ello acontece en un momento en el que la atención y preocupación se está enfocando cada vez más en la sostenibilidad de las cuentas públicas. En Europa, a medida que crecen las necesidades de inversión estratégica —en transformación productiva, seguridad y defensa, donde Trump está dejando muy claro la necesidad de que incrementen su contribución en el seno de la OTAN—, también aumentan las expectativas de que será necesario tomar decisiones difíciles, con relevantes efectos sociales.
Soluciones nacionales y europeas.
En este contexto, la capacidad de Alemania, Francia y la UE para reinventarse sigue siendo crucial. Alemania lo viene probando claramente desde la Segunda Guerra Mundial y cuenta con muchos de los elementos necesarios para volverlo hacer. Francia, por su parte, está ya en su V República. Su sistema democrático no nació ayer. La propia UE ha mostrado capacidad de adaptación en tiempos de crisis, como señaló Jean Monnet: “La gente solo acepta el cambio cuando se enfrenta a una necesidad, y solo reconoce la necesidad cuando se le viene encima una crisis”.
Una parte de la solución para Alemania y Francia reside en gestionar de forma equilibrada sus cuentas públicas, garantizando la sostenibilidad del crecimiento. Sin embargo, será clave también avanzar hacia una mayor competitividad económica y una integración más profunda a nivel europeo y con los aliados.
Un primer ejemplo, muy positivo, lo constituye que la Comisión Europea y los cuatro países miembros del Mercosur hayan llegado a un acuerdo, al final de sus negociaciones, para la firma de la nueva asociación entre la UE y Mercosur. La Comisión Europea ha hecho lo que le correspondía, el avance con el Mercosur es clave en el escenario geopolítico actual. Ahora los estados miembros podrán posicionarse al respecto según consideren y defenderlo frente a sus opiniones públicas; la competencia, en este caso y en cuanto a los temas relacionados con el comercio, es comunitaria.
España: una calma relativa bajo la sombra de riesgos latentes.
En cuanto a España, que registra un crecimiento claramente por encima de la media europea, la prima de riesgo se mantiene actualmente por debajo de la francesa, pero la economía española no está exenta de riesgos. Su elevada dependencia de lo que ocurre en el núcleo europeo y su débil posición fiscal la hacen vulnerable. Además, la ausencia de Presupuestos Generales del Estado para 2025 y la fragmentación y polarización política agravan la incertidumbre y dificultan la aprobación de las necesarias reformas estructurales. Es momento de tomar nota y anticiparse a los desafíos.
La capacidad de Europa para superar estos desafíos será crucial en un mundo cada vez más polarizado y competitivo. El simbólico y tenso apretón de manos entre Trump y Macron frente a Notre Dame dejó claro que Estados Unidos no está dispuesto a ceder terreno a Europa, y China tampoco lo hará. En este escenario, una acción europea coordinada y estratégica es más necesaria que nunca, así como un eje franco-alemán capaz de responder con agilidad. El verdadero reto de la Unión Europea es reinventarse para afrontar con éxito este nuevo orden tripolar.
José María Romero Vera.
Director del área económica e internacional de Equipo Económico (Ee).