¿Cómo debe evolucionar España ahora que empezamos a salir de la crisis?
Con la combinación de tres grandes estrategias en materia de política económica España debe ser capaz de superar las dificultades. La primera es una estrategia que nos acerque de nuevo a los equilibrios macroeconómicos, donde el déficit público se reduzca y se estabilicen los precios y la cuenta corriente. La segunda es una estrategia de reformas. Siempre que reformamos los grandes sectores horizontales y verticales (administraciones públicas, mercado laboral, sector financiero, etc.), nuestra economía vuelve a crecer. Y la tercera estrategia es la apertura de nuestra economía, que nos fuerza a ser cada vez más competitivos en América Latina, en Europa y también en los mercados más sofisticados e innovadores del mundo, como EE.UU. y Reino Unido, donde se concentra una parte muy importante de la inversión española. Esta apertura ha permitido uno de los mayores cambios estructurales de la economía española: en 1980 las exportaciones de bienes y servicios representaban el 15% del PIB nacional, el año pasado superaron el 32%. La combinación de estos tres aspectos nos permite hablar de vuelta al crecimiento y a la creación de empleo.
Internacionalizarse ¿es una necesidad o una oportunidad?
Una combinación de ambas. En los 90, para las empresas que salieron al exterior fue una oportunidad extraordinaria y también una visión de sus directivos. Si nos situamos en 2012, con la demanda interna colapsada, fue más necesidad que oportunidad, buscando contrarrestar parte de esa caída de demanda a corto plazo. No obstante, la internacionalización constituye una opción estratégica empresarial: aporta mercados adicionales, permite acceder a fuentes de financiación adicionales e invertir muy bien en el exterior. Nos hemos convertido en grandes inversores globales. A mediados de los 90 nuestra inversión en el exterior era equivalente al 4% del PIB, mientras el año pasado se acercaba al 50% del PIB.
Durante la crisis muchas empresas salieron al extranjero, ahora parece que vuelven.
Ojalá no ocurra, las empresas tenemos que ser capaces de responder a la creciente demanda doméstica sin que ello suponga un menoscabo de nuestra apuesta por la internacionalización. La crisis ha demostrado que las empresas que han saliendo más fortalecidas son aquellas que han afrontado antes los procesos de salida al exterior. El esfuerzo de internacionalización es tan importante que una vez logrado, hay que hacer todo lo necesario para mantenerlo. Exportábamos cerca del 70% a la UE antes de la crisis y ahora estamos alrededor de un 63%, y eso es debido a que nos estamos haciendo más globales, algo extraordinario.
Recuperándose ahora la demanda interna y siendo capaces de mantener la demanda externa alta, aumentaremos nuestra posibilidad de crecimiento. Nuestras empresas han pasado por un proceso de aprendizaje. Hace 15 años, los principales países de inversión eran aquellos más cercanos geográfica o culturalmente. Gracias a la experiencia obtenida las empresas españolas siguieron diversificando mercados y buscaron la referencia de ser un inversor en los países más competitivos, que cuentan además con estabilidad económica y regulatoria. En estos países nuestras empresas se encuentran compitiendo con empresas de los 190 países del mundo. Por tanto, la presencia de las empresas españolas allí no sólo es garantía de excelencia, sino que les permite diversificar riesgos como el del tipo de cambio, aumentar su competitividad y su capacidad innovadora.
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